Somos un Blog Ecológico

viernes, 30 de marzo de 2012




¡Desde hoy YO TAMBIÉN puedo gritar al mundo que mi blog es de impacto cero!

Participando en la iniciativa ecológica promovida por Geniale.es lograré que se plante un árbol en una zona con riesgo de desertificación. 


Geniale es la web que reúne y permite hojear online todos los catálogos promocionales DE LAS TIENDAS MÁS CERCANAS A TI.

"http://www.geniale.es/co2neutral/img/co2-consumo_es.png"

Unete al proyecto, "http://www.geniale.es" , se planta un árbol, cuya producción de oxìgeno compensará las emisiones de dióxido de carbono que produce mi blog o web.


Según el Dr. Alexander Wissner-Gross, un activista del medio ambiente y físico de Harvard, una sola página web es responsable de la emisión de 3,6 kg de CO2 de media al año, mientras que un árbol es capaz de absorber 5 kg. El resultado final es a favor del oxígeno: gana mi blog y gana el ambiente.

Geniale.es, a través de la distribución de catálogos en formato electrónico, promueve una filosofía verde enfocada a disminuir el uso y desperdicio de papel para fines comerciales. Los catálogos más importantes y conocidos están disponibles ahora también online, como por ejemplo,


Los catálogos son muy fáciles de hojear, como puedes comprobar: 

Ikea -> http://www.geniale.es/folleto/ikea

Carrefour -> http://www.geniale.es/folleto/carrefour

Decathlon -> http://www.geniale.es/folleto/decathlon


La iniciativa está teniendo una gran acogida entre los blogger. El objetivo de CO2 Neutral es plantar 1.000 árboles en 12 meses, y hoy, gracias a vuestra ayuda, hemos podido plantar un pequeño bosque que cuenta ya con 300 árboles. Si llegamos a la meta, añadiremos al total de árboles un extra como premio al activismo de los blogger españoles.

Para conocer todos los detalles sobre la iniciativa pincha aquí:

http://www.iplantatree.org/project/7



¿Cuanto CO2 absorbe un árbol?

La Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) estima que un árbol absorbe cada año una media de 5kg al año.




¿Cómo puede un árbol anular la producción de dióxido de carbono de tu blog?


Cuanto CO2 produce mi blog? Según el Dr. Alexander Wissner-Gross, un activista del medio ambiente y físico de Harvard, un sitio web produce un promedio de 0,02 gramos de CO2 por cada visita. Calculando 15.000 visitas de páginas al mes, esto se traduce en 3,6 kg de CO2 al año. Esta producción está principalmente vinculada a la operación de los servidores.

¿Cuánto CO2 es absorbido por un árbol? Depende de muchos factores, pero la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) estima que un árbol absorbe cada año una media de 10 kg de CO2. Nosotros estimamos que tu árbol absorberá al menos 5 kg por año.



Los árboles son los pulmones de nuestro planeta. Cortar un árbol sin plantar otro es destruir poco a poco esos pulmones que nos regalan el oxigeno diario.

Les invito a formar parte de este movimiento.

Cualquiera puede unirse a este movimiento, incluye a blogs y cualquiera página Web.
Vamos Chicos, luchemos juntos por salvar nuestros árboles.

Capítulo 03

jueves, 29 de marzo de 2012



Kiara

Si alguna vez alguien era tan idiota como para decir que arrastrar no a una, sido a dos personas a través de un viaje dimensional con sólo tu poder mental, a tal punto que casi te achicharronas el cerebro en el proceso, era tan fácil que hasta un infante psíquico lo haría… Ella iba a matarlo, muy len-ta-men-te y luego bailaría sobre su desmembrado cuerpo o lo que quedará de él.

Lo cierto era que ni siquiera ese dulce pensamiento era capaz de reconfortarla, ningún otro psíquico habría logrado lo que ella esta noche, ni aun el más fuerte de los maestros. Ella era la única con la capacidad de tele-transportar a un humano, bueno, sólo a ese “humano”, ese chico tonto y… y…

Con un suspiro frustrado desistió de buscarle otro nombre; jamás encontraba la palabra correcta que lo insultara de modo que ella sintiera un poco de… ¿de que? ¿Venganza? No, no era vengarse lo que quería; querer vengarse implicaría sentir algo por esa persona aunque ese algo sólo fuese odio, y ella por el contrario no sentía nada hacia él, hacía mucho que había dejado de hacerlo, no cuando él la había olvidado, no cuando se alejó de ella dejándola sola, sola para sufrir, sola para ganar su poder con el fin de traerlo.

Sí, ella sólo lo había traído porque era su misión en la profecía, no por ella, nunca por ella.

“Nunca por ella”

Quizás si se lo  convirtiera en su mantra personal podría llegar a creerlo. Aquello era lo que más la enojaba, por más que se repitiera una y otra vez que ella no tenía nada que ver con el hecho de que él estuviese aquí, existía una cierta parte –una parte muy extraña y muy pero muy pequeña- que le impedía aceptarlo totalmente. Igual ahora mismo no era algo que le preocupara, no le quitaría el sueño, como ya se había dicho era una parte muyyy pequeña, y eso era lo que importaba.

Caminando rápidamente –no es que quisiera deshacerse de él, dejándolo atrás, no llegaría a ver el sol de la mañana si él se quedaba solo en Tahamir- no deseaba estar a un suspiro de distancia, no tan cerca de su cuerpo, no más de lo necesario. Sabía que para completar su misión debía enseñarle, lo cual implicaba manteársele pegada, pero ahora no estaban en el campo de entrenamiento así que no tenían por qué respirar el mismo aire.

Mientras entraban a la cueva principal; dónde ella había llevado a cabo el ritual prohibido que lo trajo; dirigió sus pasos hacia el la fuente de agua pura. Las rocas de esta cueva proveían al agua de un poder sanador, eran piedras sagradas para los habitantes de Tahamir y por eso las protegían con sus vidas. Hace cientos de años, algunos seres malvados enviados por el consejo, empezaron a rastrearlas y destruirlas, pero aun peor, las utilizaban para traer dolor, mataban la pureza de la piedra y la transformaban en un arma de muerte.

Necesitaban derrocar al consejo y sólo Aideen tenía el poder para hacerlo. Él aún no lo sabía, no podía enterarse del papel decisivo que jugaría en la guerra que se aproximaba, primero tenía que encontrar su poder y aprender a usarlo, y no lograría hacerlo si primero no se encontraba a sí mismo. Lo peligroso y que tenía a toda su familia preocupada a tal punto que estaban a punto de perder la poca fe que los mantenía luchando, era que nos les quedaba mucho tiempo, no el tiempo suficiente para que él encontrará su espíritu. Hacía muchos años que Aideen los había dejado, años en los que los olvidó, que la olvidó; Ahora era un chico cínico, irresponsable, su mente estaba cerrada y no aceptaría de buena gana su herencia, el patrimonio familiar que le había sido entregado antes de nacer. Tenían que aprovechar el poco tiempo que les quedaba. Sus amigos ya casi lo habían dado por todo por perdido; ella aún no, lucharía junto Aideen por que ella creía en que si él no encontraba a su espíritu, el espíritu lo encontraría a él. Ella tenía suficiente fe por todos. A ella ya no le importaba el Aideen hombre, eso no quería decir que no creyera y confiará en el Aideen guerrero… Aideen el “caminante de sueños”.

De regreso a la realidad de la cueva, se arrodilló ante el manantial que se formaba en el suelo rocoso; el agua azul transparente refleja el brillo de las piedras, el poder que ellas escondían. Sacó un frasco del bolso que colgaba de su hombro y lo lleno de agua, era un envase pequeño que llevaría la cantidad de agua suficiente por si les surgía una emergencia, aunque ella rogaba a Dios que no llegará a suceder. Si se veían en la penosa necesidad de hacer uso del agua, los rastreadores los encontraría, ya que cuando el agua de las rocas sagradas era utilizada esta actuaba como un faro de energía que los atraía. Correrían hacia ellos hambrientos del poder y al final la misma energía del agua los llevaría a su fuente.

Tenían que evitar eso a toda costa, aún a costa de sus vidas; menos la de Aideen, esa era la única que no se podía perder.

-¿Dónde está Cat? ¿y tu “amigo”? ¿Dónde está él? ¿Cómo puede dejarte sola?, yo podría atacarte, luego ir por Cat y escapar juntos.

Se había detenido justo detrás de ella, lo sabía antes de que preguntara. Ellos tenían una conexión extraña, eso era algo que no entendía; por lo general los psíquicos más fuertes son capaces de enlazarse a sus compañeros, pero ellos… ellos en primer lugar no eran compañeros, ni lo serían, eso nunca. Y segundo, el aún no tenía nada de poder.

Sin importar el motivo, allí estaba esa conexión, más fuerte que cualquiera que hubiese sentido en toda su vida,  fue por eso mismo que siempre supo donde estuvo él, sabía que la seguía con la mirada, que se acercó sigilosamente a ella para tratar de intimidarla, lo cual era imposible, él jamás lograría ponerle un dedo encima, era más fuerte que él y estaba entrenada en el arte de la lucha y manejo de armas. Peor para él, eso provocaría a Aki, y cuando Aki estaba de mal humor no había guerrero que no le temiera, ni los más fuertes del clan se atrevía a enfrentársele.

Desconocía el motivo, pero apenas despertó había visto molesto a Aki… es más, no creía que molesto fuera la palabra correcta, él estaba frustrado y ese era otro estado de humor en el que no era aconsejable acercársele.

-Si lanzas tus preguntas más lento podré contestarlas todas – le respondió tratando de darle a su voz un matiz despreocupado –No entiendo esa costumbre de ustedes los de la Tierra, como si preguntar de ese modo cambiara el resultado de las respuestas.

-¿Nosotros los de la Tierra? ¿Eres tan humana como yo? Solo existe un lugar en el que podemos estar…esa es la Tierra… Estás más loca que una cabra o estamos en un de esos set de películas de baja calidad que presentan por la tele en la madrugada.

Guardando nuevamente el frasco dentro de la maleta, Kiara se levanto y se dio  la vuelta quedando frente a él. Caminaba de un lado a otro sin dejar de mirarla. Sus ojos le tiraban dardos… jaa -Como si eso fuera a intimidarla.

-No seas más tonto de lo normal. Sí, soy humana. No, no estas en la Tierra. Y no otra vez, esta no es una mala película, lo que quiera que sea eso, aún no he tenido tiempo de ver una para investigar detalladamente lo que es.

-¿Qué? ¿NUNCA HAS VISTO UNA PELICULA? O  es que vives metida en la montaña sin acceso total a la electricidad o no te han dejado salir de tu casa en toda tu vida- Su rostro mostraba una mascara de total perplejidad –No puedo creer que no sepas lo que es una película. El cine existe desde el siglo pasado, pregúntale a alguien o lee un poco, yo que sé, no puedes ser tan ignorante que no lo sepas.

-¡Basta! –le gritó- este no es el momento indicado para explicarte porque no sé lo son las películas, o el cine o cualquier otra tontería de ustedes- no podía creer que en la situación en la que él se encontraba estuviera gastando el tiempo hablando de eso –Debemos ponernos en marcha, ya deberíamos de ir en camino a Ronkak.

Ronkak, era el lugar dónde su gente se escondía, el lugar más seguro para ellos, por el momento.

-Para responder a tus primeras preguntas primero te diré que ni siquiera intestes enfrentarte a mí, no si quieres mantener tus huesos juntos, además te aconsejo que no provoques a Aki, no está en su mejor momento. “Tu” Cat se encuentra bien, Aki jamás dañaría a una mujer indefensa, a menos que no lo provoque, es decir –vio como abría los ojos horrorizado ante esa ultima afirmación- ella no lo provocaría ¿cierto? – preguntó con falsa inocencia. Kiara no necesitaba su respuesta, conocía mejor que nadie a Cat. Tal vez Cat necesitaba de un tiempo a solas con Aki, esos dos se arrancarían los ojos con las uñas.

-No puedes dejarla con él –frenético se acercó a ella y apunto estuvo de agárrala.

Con un movimiento veloz, que Aideen no pudo siquiera captar, lo agarro de la muñeca y se la retorció hacia atrás.

-Te dije que no intentaras nada conmigo – ahora si estaba realmente enojada, ¿por qué no pudo demostrar la misma preocupación por ella? ¿Acaso jamás le importó?

Aplicándole un último apretón que le sirviera de recordatorio, lo soltó.

Con una mirada mordaz se alejó tres pasos de ella. Su mirada en ningún momento abandono sus ojos. Puede que no logrará lastimarla, en cambio usaría sus ojos como arma, la taladraría con su mirada, imaginándose que eran cuchillos que le borraban esa sonrisa petulante que tenía.

Aideen no era débil, sabía pelear, era fuerte; en cambio esta pequeña chica, frágil para cualquiera que la viera, fue capaz de detenerlo e imponerse ante él con un solo movimiento… Rayos, que patético que era, lo había vencido con una sola mano y una chica que es  lo peor de todo. Si Cat se llegaba a enterar de esto, tendría municiones contra él para toda una vida.

-¿Qué te retuvo tanto?

Aideen se giro para ver a quién se dirigía ella. El bárbaro estaba de vuelta y traía un bulto en sus brazos.

Cat… el bulto no era otra más que Cat.

-Suelta imbécil. Si le has hecho algo juro que te mataré.

Cuando trato de moverse una mano le sujeto la muñeca y volvió a retorcérsela hacia la espalda. Maldición, lo había vuelto a inmovilizar; a menos que se rompiera la muñeca no lograría deshacer la llave.

-¿Tan rápido olvidaste mi consejo?- le dijo ella al oído, su suave aliento acariciándole la piel sensible del cuello.

-No provoques a Aki- le recordó al soltarlo.

Masajeándose la muñeca, acepto que no había forma de enfrentarse a los dos, no si quería que él y Cat salieran ilesos.

-Entonces dile que me la de, no quiero que la toque.

Vio como la frente de ella se frunció y sus ojos se convirtieron en una piscina gris helada. Luego de unos segundos, su rostro regreso a su habitual indiferencia.

-Estás muy débil para cargarla –dijo mientras miraba como Aki sostenía a Cat con delicadeza… algo que asustaba más que ver la expresión adusta que tenía su cara.

Kiara lo amaba, Aki era el hermano que no tuvo y que siempre necesito. Y como lo amaba se preocupaba por él. Necesitaba a alguien que lo comprendiese, no que le tuviese lastima, alguien que lo quisiera, no que le temiera. Y no estaba segura de que le hiciera algún bien acercársele a Cat. Por la cara de Aideen confirmaba que lo mismo pensaba él. El chico no iba a permitir que la tocara más allá de ahora.

-No me importa. No quiero que él la cargue. Si Cat se despierta en sus brazos no será responsable de lo que ella haga- volvió a mirar fijamente a Kiara, buscando reafirma lo que diría a continuación –Cat es propensa a reaccionar antes de pensar, no quiero que la lastime.

-No lastimo mujeres, aunque las malas lenguas afirmen lo contrario –Aki camino hasta parase enfrente de Aideen –Y ya se como reacciona ella. Créeme, aunque sus puños no puedan tocarme tiene una lengua muy creativa, hasta algo un poco divertida.

-Hijo de… -apretando y cerrando los puños consiguió calmarse- espero que no hayas sido capaz de besarl…

-No –le respondió Aki dejando a un lado la sonrisa picara que no había pasado de sus labios, sus ojos no cambiaban de ese mortal azul, fría y despiadada.

¿Pero que le pasaba a esta gente? Se preguntó Aideen, ¿No tenía ese hombre otra mirada?, si la respuesta era no, entonces no creía que conquistase a alguna chica con esos ojos.

-No beso a las mujeres a la fuerza –continuó, aunque Aideen dudaba que alguna lo besara voluntariamente –y a esta no la besaría aunque me lo pidiese, es capaz de arrancarle la lengua a un hombre, a mi me gusta la mía donde la tengo.

-¿Qué le pasa a la chica, Aki?- le preguntó Kiara, su voz cambiaba al dirigirse al otro hombre –¿Se ha desmayado?

Aki desvió la mirada, si Aideen no hubiese visto como de feroz era el hombre diría que se había ruborizado.

-No, es sólo que estaba bastante histérica. Gritaba y maldecía con un vocabulario que no había escuchado antes- volvió a enfrentarles la mirada –me vi en la necesidad de callarla.

-Entiendo –levantando la mano evito que cualquiera de ellos comenzara a provocarse uno al otro. No tenía paciencia para hacer de niñera de dos hombres adultos que se estaban comportando como niños peleándose un juguete.

-Lo siento- dijo dirigiéndose a Aideen –No esta lastimada. Podemos dormir a una persona tocándole un punto específico en el cuerpo. La despertaremos cuando estemos en un territorio más seguro. Aki hizo lo correcto, yo misma lo habría hecho, no podemos atraer la atención a este lugar, sin duda sus gritos llamarían a las bestias de los rastreadores.

Mirando detenidamente a Cat, notó una molesta sensación en el pecho. Esa chica era ella, y ella era la chica. Entre más pronto le pudiese explicar a Aideen lo que estaba sucediendo, solo contarle lo esencial de su papel en Tahamir, pronto podrían ponerle fin a la oscuridad que estaba cubriendo su mundo.

-Los seguiré a dónde nos lleven –prometió. Como si tuviese opción, pensó Kiara, pero no lo diría en voz alta, mejor sería si él sentía que tenia una posibilidad – pero sólo si yo tengo a Cat.

Con un cansado suspiró, asintió en señal a Aki para que le entregase a la chica. Ella ya sabía que no podría con su peso, no porque él no tuviera la capacidad sino porque su cuerpo estaba aún recuperándose del viaje, aun tenía que acostumbrase a las diferencias que tenía Tahamir con la Tierra. Si él quería avergonzarse ella lo dejaría por que aún lo conocía a cierto nivel, el no cambiaría en ese aspecto por mucho años que hubieran pasado.

Siguiendo sus indicaciones, Aki acerco el cuerpo de la chica a los brazos de Aideen; depositándola lentamente y con suavidad.

No había soltado aun el peso completo en los brazos del otro hombre, cuando las rodillas le temblaron y empezaron a fallarle. Con rapidez Aki tomó nuevamente de vuelta todo el peso evitando así que Aideen terminara en el suelo.  

Sintiendo algo de pena por él, pudo ver como el rostro se le ponía tan rojo que parecía que no le llegase oxigeno al cerebro. Ella había sabido que eso sucedería, aun no tenia las suficientes fuerzas, él también lo había sabio; era tan terco como lo recordaba. Quitó la mirada antes de que llegase a avergonzarlo más, al fin al cabo era un hombre y a que hombre le gustaba avergonzarse, más uno tan orgulloso como ese.

Aki era un guerrero y como tal reconocía la fuerza y en el coraje en Aideen, era un guerrero reconociendo a otro. Fue más valiente que Kiara y le mantuvo la mirada sin perder el papel de hombre sanguinario y mortal que le hacía creer a todos. Ok, hay que aceptarlo, el hombre era sanguinario y mortal, pero también sabía ser tierno, sólo había que ser lo suficientemente valiente como para arriesgarse a encontrar esa parte que él se esmeraba por esconder.

-Aún no te has recuperado, hombre. No la voy a lastimar, no más de lo que ella soportaría –le dijo con una aterrorizante sonrisa- espera a que tus fuerzas regresen y te la daré.

Aceptando que Aki tenía razón y que por el momento Cat no estaba en peligro, no mientras él pudiese verla, se irguió totalmente. Se había avergonzado frente a sus captores, pero que lo azotaran se volvía a ocurrir, al menos no tan pronto. Cierto, se sentía bastante débil, para describirlo lo mejor –sentía sus músculos como la papilla que comía su abuelo. No podía permitir que ellos supieran cuanto, tenían que escapar.

No entendía de qué carajo hablaban, ¿Kirara? ¿Rankok? ¿Tahamir?, ¿que demonios eran todas esas cosas? No tenía la menor idea de quienes eran estos tipos. El hombre tenía la espalda marcada de horribles cicatrices, tenía cara de querer matar a alguien en los próximos minutos y pues la chica… la chica era una copia casi idéntica a Cat, eso era lo que más lo asustaba… ¿por qué era así? Vaya usted a saberlo. Lo que él si sabía era que para escapar de allí tenía que hacerles creer que todo iría como ellos creían. Sólo esperaba que Cat no demorara en despertar y que estuviese lo suficientemente fuerte para hacerlo.

Pronto… pronto él se recuperaría, apenas fuera así tomaría a Cat y se irían lo más lejos posible de esos locos. 

Capítulo 02

martes, 27 de marzo de 2012



CAPÍTULO 02


Aideen


El incesante correr de agua lo sacó de agujero oscuro en el que se encontraba. Su mente embotada no registraba más que el relajante sonido del agua. No estaba muy seguro si su mente le jugaba otra ronda de tranquilos y apacibles sueños o muy por el contrario,  horribles y espantosas pesadillas. Sus amaneceres tenían una rutina diaria, levantarse sudando con las sabanas enrolladas a sus puertas y agarrando la cama como si se le fuera la vida en ello, o con el cuerpo relajado y una sonrisa en los labios que desaparecía en cuanto se daba cuenta de dónde realmente estaba.

Fuese cualquiera de esas opciones estaba siendo muy real en este momento. El agua que corría posiblemente era un arrollo, el sonido era bajo lo que quería decir que la corriente no era fuerte, pero lo desconcertante era que en esta ocasión el sonido se escuchaba demasiado cerca. En cualquiera de sus sueños siempre estaba lejos del agua, por alguna razón le temía, siempre le había temido y dudaba que eso hubiera cambiado de un día para otro. Peor aún es que no era lo único que lo hacia sentirse fuera de un sueño; la superficie en la que estaba acostado era dura y fría y demasiado real para sus sentidos.

Lo mejor sería seguir enfocándose en el agua, tal vez le ayudara a relajarse lo suficiente como para que le trajera seguridad a su mente y esta terminará de despejarse.
Siip… Tendría que hacer otra búsqueda en “Google”, y esta vez no leer sólo por encimita. Tendría que ir buscando una manera de poder salirse de sus sueños, quizás si aprenderá a despertarse cuando quisiera no tendría tantos problemas para irse a dormir.

A medida que el agua seguía corriendo, se sintió lo suficientemente despejado como para atreverse a abrir los ojos. No recordaba exactamente que había pasado antes de que se quedara dormido, ni siquiera podía afirmar como había llegado a su cuarto, si es que estaba en su cuarto.

Ay Dios mío, que estuviese en su casa al menos, por favor…

Lentamente y sin mover ningún otro musculo de su cuerpo abrió los ojos. Nada más ver lo que estaba sobre él, sintió un escalofrió en todo el cuerpo. Se quedo congelado, un miedo frío empezó a recorrerle desde la punta de los pies y subiendo poco a poco hasta la cabeza.

Ayy Dios mío. No, no estaba ni siquiera en su casa…

No, no… Esto no podía ser real, nunca había sido demasiado devoto de ir a la iglesia diariamente, ni siquiera por semana, es más, no podía recordar cuando fue la ultima vez que asistió a una. Pero lo que si recordaba a detalle era que jamás, pero jamás, había estado en un lugar como este, aún en ninguno de sus sueños.

Lentamente y con temor de que no estuviera solo, movió la cabeza; primero a la derecha. Bieennn… otra pared rocosa como la que tenía sobre la cabeza, a diferencia que esta no tenía un par de estalactitas que colgaba por encima de él y que pareciera que en cualquier momento se destrabarían y se le clavarían terminando así con su muy corta vida. O bueno, ahora mismo la idea no le parece tan mal, quizás esa fuera la manera de que todo esto desapareciera y volviese a su muy normal y corta vida….

Vamos Aideen, nunca has sido un cobarde que huye a la primera, tal vez si a la segunda, pero nunca a la primera… Si esto era tan real como se sentía y se veía, entonces también tendría que haber una manera de escaparse ¿no?

Girando la cabeza ahora hacia la izquierda se quedo pasmado ante lo que vio.

Ahora sabía de donde provenía el sonido del agua. Esta salía de un grupo de rocas agrupadas de un diseño artístico que solo la naturaleza por sí misma podría lograr. Las rocas eran de un tamaño considerablemente grande, pero brillaban con una tenue luz doradas, parecían están bañadas en escarcha que hacia un juego de tragaluces al reflejar el agua que se empozaba debajo de ellas. El agua caía en una mini cascada hacia una piscina debajo cavada en el suelo. Él estaba acostado en lo que parecía ser un suelo también de rocas, pero estas no brillaban, eran iguales a la pared derecha y al techo. Así que supuso que el fondo de la piscina debía ser del mismo material de las rocas brillantes, ya que el agua emitía pequeños destellos de luces que eran  atrapadas y reflejas por las rocas brillantes.

Había una sola palabra para describir lo que veían sus ojos… “Maravilloso”…

Estaba tan perdido contemplando la pequeña fuente de agua natural que no se dio cuenta de que no estaba solo. Un leve ruido, parecido a un gemido, le devolvió abruptamente todo el miedo que la luz del agua se había llevado.

Otra vez el gemido se repitió, se escuchaba igual a cuando alguien se quejaba por un golpe. Él conocía muy bien ese sonido, eran los mismo que hacia luego de que la pandilla de la escuela lo golpeará, pero no volvería a pasar, ninguno de esos idiotas lo volvió a tocar desde que les mostro que nunca más dejaría que lo lastimaran, desde entonces él era al que le temían, a diferencia de que no golpeaba inocentes ni débiles, en realidad no golpeaba a nadie ya que no se atrevían a meterse con él desde quinto de primaria. Hacerse con un nombre desde temprana edad siempre aseguraba que no se metieran contigo en el futuro.

Moviéndose poco a poco logro al fin ponerse de pie, tenía que salir de allí por el mismo. Hizo una rápida revisión de su cuerpo, asegurándose de que todo estuviese en el lugar correcto. Ok… No tenía una sola gota de sangre, ni un rasguño; ¿entonces por qué se sentía como si se hubiese estrellado en su bicicleta contra el camión de los helados?

Demonios, le dolían todos los músculos, estaba descubriendo que tenía más de los que creía. Aunque por primera vez en mucho años, su mente estaba totalmente en paz, nada de recuerdos nebulosos ni pensamientos incoherentes, solo él…

Paso a paso se dirigió hacia dónde había escuchado el gemido. A no más de cuatro metros de dónde él había despertado y de lo que suponía debía ser una cueva, estaba una bifurcación. Se detuvo a esperar u rogar que quien estuviese herido se volviese a lamentar, de modo que pudiese identificar que camino escoger. No importaba cómo y por qué razón estaba allí, lo único importante era escapar y llevarse con él a quien pudiese ayudar.

Siempre jugaba a hacerse al héroe, pero maldita sea si alguna vez pensó que llegaría el día en que tuviera que luchar por serlo.

Y allí estaba lo que había esperado; otro gemido aunque tan bajo que apenas logró escucharlo. Venia del de la derecha, lo que indicaba que allí era donde se encontraba el dueño del gemido.

¿Por qué sería que todo es siempre por la derecha? Con un suave suspiro se dirigió hacia dónde lo llevara el camino…

No había dado ni diez pasos cuando vio que al final había otra cueva, esta estaba más iluminada que el a que él había estado, solo que en esta se encontraban dos personas. Una de ellas, que parecía ser mujer por el largo cabello blanco que caía sobre la roca en la cual estaba acostada, y el otro un hombre; sin duda se reconocería nada más verle el cuerpo, la ancha espalda desnuda y cubierta por un manto de cicatrices.

Auchhh… Eso tendría que haberle dolido como los mil demonios.

El hombre de la escalofriante espalda, se inclinaba por encima del otro cuerpo impidiéndole a Aideen ver más de la mujer. A penas si lograba divisar las delgadas y cortas piernas embotadas en lo que parecían ser pantalones y botas de cuero, el mismo atuendo que lucia el hombre.

¿Serían estos sus secuestradores? No había visto la cara del hombre, pero por la altura y las feas cicatrices que tenía debía de ser malo, muy malo…

Vamos Aidenn, no importa que tan malo luzca, debe de serlo también para que se haya ganado esas cicatrices, además sea quien sea debes marcharte de aquí.

Sip, eso era lo que tenía que hacer, escapar de la forma que fuera. La chica debía ser otra victima también, su cuerpo se estremecía; el hombre ese la tenía agarrada de los hombros luchando para que dejara de moverse. Una vez había visto a uno de sus compañeros sufrir un ataque epiléptico y juraría que lo que estaba teniendo esa mujer era lo mismo.

Segundos después de que pasará el ataque, el cuerpo le quedo laxo y desmadejado encima de lo que a Aideen le parecía ser una cama hecha de piedra; una sola piedra lo suficientemente grande y plana en la parte alta para que sostuviera el cuerpo entero de la mujer.

El hombre o que fuera esa masa de cicatrices se  dio la vuelta, agachándose para recoger algo del suelo cuando dirigió su mirada justo hacia el lugar donde Aideen estaba.

Maldición, sería tan bruto él que no se le ocurrió esconderse. Se retaron uno al otro con la mirada, la verde de él contra la azul hielo del otro.

Sus ojos eran escalofriantes, su mirada era de hielo, verla directamente le hacia sentir como si quisiera congelarlo y matarlo al mismo tiempo. Sintiendo un temor que jamás había conocido en su vida, aparto bruscamente la mirada, huyendo de ese mortal azul. Sabía que el hombre lo seguía mirando, sentía que le lanzaba puñales solo con los ojos. Buscando una salida recorrió a velocidad la cueva completa.

Joder, esto no podía ser… No había ni una sola grita por la que escurrirse. Sin más idea que la de empezar a retroceder, regreso su mirada a la mujer mientras daba un paso hacia atrás cuando con horro reconoció a la figura acostada.

Nooo, Cat, la mujer era cat.

Al reconocerla volvieron sus últimos recuerdos en una ola gigantesca de imágenes, la fiesta, los chicos bailando y sobándose mientras se absorbían las lenguas, el vaso de vodka, Cat sacándolo de la fiesta por venia la policía, Cat llevándolo a ese oscuro parque, el horrible dolor de cabeza, Cat tratando de ayudarlo…. Cat… no Cat…

¿Qué le había hecho? Sus espantados y cortos rizos ya no existían, en su lugar tenía unos lisos y largos cabellos, blancos cabellos.

A medida que su cabeza se adaptaba a los recuerdos, se fue acercando a paso de tortuga hacia Cat, sus piernas no querían obedecerle, su mente no quería aceptar lo que le había hecho a su Cat. No la había protegido, la había defraudado a ella también.

Justo creía que podría tocarlo una pálida mano le aferro la muñeca, llevándole el brazo hacia la espalda y haciéndole un zancadilla que lo tiro al suelo.

-Maldito seas desgraciado, suéltame hijo de puta- lo tenía sepultado en el suelo, con una rodilla sobre la espalda para impedirle moverse. Le retoría el brazo con tan fuerza que sentía que demoraría en partirle el hueso – Suéltame bestia, desgraciado monstro- Si no podía defenderse con su cuerpo al menos su sucia boca le daría algún alivio, por poco que este fuera era mejor que soportarlo cayado.

-¿Aki?

Una suave voz se hizo levantar por encima del estruendo que hacían las melodiosas palabras que salían de la boca de Aideen.

Dios, era hermosa, el blanco cabello le rodeaba el rostro como una luz espectral atrayendo la mirada hacia sus ojos; ojos tan grises que parecían transparentes. Espera… ¿Grises?

-¿Cat?- ¿Acaso su garganta estaba tan rasposa como se sentía?- ¿Cat eres tú?

Cat o la chica que para él era Cat, lo miró sin mirarlo realmente.

-¿Aki?

-Aquí estoy preciosa. Jamás te he dejado- dijo el bárbaro que aun lo mantenía apostado al suelo.

¿Aki? Así que tenía nombre después de todo. Y el que pensaba que solo sería “Mr. cicatrices”

-¿Qué sucedió Aki? ¿Dónde estamos? ¿Quién ese ese hombre? ¿Por qué lo tienes agarrado?

-Tranquila- le respondió Conan el bárbaro con una voz que nunca le hubiese asociado –Responderé a todas tus preguntas si solo las disparas más despacio.

-Lo siento- dijo la chica mientras se volvía a recostar y dirigía la mirada nuevamente hacia Aideen. Esta vez pareció que si lo vio en realidad y no a través de él.

-Tú… Eres tú –gritó al tiempo que se levanta tan rápidamente que no podría decir en que momento estaba acostada y en que otro había arrojado a Conan y lo levantaba a él sobre sus pies. Su toque era suave como la ceda, sus delicados dedos recorrieran inquietos sus brazos y pecho, terminando finalmente sobre su cara.

Al notar como Aideen tembló ante su contacto se detuvo, al fin dándose cuenta de lo que había hecho. Sus mejillas adquirieron un tono rojo carmesí comparables a una quemadura que se adquiere bajo varias horas al sol, la palidez de su piel era tan notable que cualquier cambio de color parecía una quemada.

-Lo… lo siento- No lo miraba a la cara así que no podía decir si se estaba disculpando con él o con quien ella llamaba Aki por haberlo golpeado.

-Aki, ¿Por qué lo estabas lastimando? ¿A caso no sabes quién es él?

¿Qué si no sabia quién era él? Así que ellos sabían quién era. Espera… ¿Ellos? Eso quiere decir que los dos eran los responsables de que estuviera allí. Pero ella era… ¿Cat?

-¿Cat?- preguntó con una voz que ni él mismo reconocía.

-¿Cat?- le respondió con la misma pregunta.

En realidad no sabía o era tan buena actriz que se ganaba el oscar.

-Te pareces tanto a ella que juraría que eres ella, pero al mismo tiempo eres tan diferente que sé que no lo eres- esto ultimo que dijo fue tan idiota que si pudiera en mismo se patearía si pudiera.

-¿Así que la Kirara es Cat?- Afirmó más que preguntó el bárbaro dirigiéndose por primera vez a él.

-No sé quien diablos es Kirara, pero si le has hecho algo a Cat…

-¿Qué me harías? Hasta el momento ni siquiera pudiste defenderte- le interrumpió haciéndole sentirse como un imbécil ante lo obvio. Cierto, había perdido y no tenía excusa, su mente en ese momento solo pensaba en Cat.

-¡Basta! –Cat, pero que no era Cat se interpuso entre los dos hombres listo a para la segunda ronda – Ahora no es momento para esto.

Farfullando y murmurando sobre los hombres y sus tontos instintos se dio la vuelta para recoger el bolso de cuero sobro el cual momentos antes Aki había estado.

-Aki, llévame a esa Cat. Esto no formaba parte del plan, pero por ahora no hay vuelta a tras- dijo mirándolo fijamente. A pesar de que era por lo menos cabeza y media más baja que él se le enfrentaba como si fuesen del mismo tamaño.

-Como quieras hermana, pero has de saber que esto no traerá nada bueno. Esa mujer no me agrada, mi espíritu me dice que traerá más problemas que otra cosa y sabes que él nunca me falla.

La chica no le contesto, se limitó a seguirlo sin prestar atención a ninguna de sus palabras, confiaba en el juicio de él sobre todas las cosas, pero esta vez sentía que se iba a llevar una sorpresa por primera vez en su vida.

-¿No vienes? –dijo a Aideen sin siquiera darle una mirada, no se atrevía a mirarlo, no en este momento que aún estaba tan débil.

-¿Ir a dónde? –demandó él –Nos han secuestrado a mi amiga y a mí, ¿Por qué debería ir con ustedes a algún lugar? –no quería gritarle, algo en sí mismo no quería hacerlo, pero no podía evitarlo.

-Responderé a tus preguntas a su debido tiempo, pero ahora mismo debemos ir por tu amiga y marcharnos lo más rápido posible- aún le daba la espalda – estamos solos y este lugar no será seguro por mucho tiempo. Tienes que confiar en mí, jamás te haríamos daño, no después de lo que hemos esperado; si no confías en mí al menos confía en eso.

-Mírame- al ver que ella no se daba la vuelta, levanto un poco más la voz, dándole a entender que no estaba dispuesto a ceder, no en eso- Mírame, tan siquiera dame eso.
Al parecer esas últimas palabras significaban algo para ella, porque se dio la vuelta y por primera vez se vieron directamente uno al otro.

No se equivocó, sus ojos si eran transparentes, pero no porque no tuviesen color pues eran grises, pero transparentes porque le dejaron ver todo… todo el dolor, el cansancio, la desilusión y tristeza, mucha tristeza…

Cuando abrió la boca para preguntarle ¿por qué sus ojos mostraban todo eso? Ella volvió a darle la espalda tan rápido que ni siquiera logró decir la primera palabra.

-Es tarde, Debes tener paciencia para obtener las respuestas que quieres, ¿acaso no es eso lo único que hemos tenido nosotros?

-Al menos dime ¿quién eres?

-Quién soy ya deberías saberlo

-Si ya lo supiese no tendría por qué preguntarte, ¿o si?

Su espalda se tenso, apretando los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos irguió los hombros y empezó a andar.

-Soy Kiara “caminante”... y ... también soy tu Cat.