Capítulo 03

jueves, 29 de marzo de 2012



Kiara

Si alguna vez alguien era tan idiota como para decir que arrastrar no a una, sido a dos personas a través de un viaje dimensional con sólo tu poder mental, a tal punto que casi te achicharronas el cerebro en el proceso, era tan fácil que hasta un infante psíquico lo haría… Ella iba a matarlo, muy len-ta-men-te y luego bailaría sobre su desmembrado cuerpo o lo que quedará de él.

Lo cierto era que ni siquiera ese dulce pensamiento era capaz de reconfortarla, ningún otro psíquico habría logrado lo que ella esta noche, ni aun el más fuerte de los maestros. Ella era la única con la capacidad de tele-transportar a un humano, bueno, sólo a ese “humano”, ese chico tonto y… y…

Con un suspiro frustrado desistió de buscarle otro nombre; jamás encontraba la palabra correcta que lo insultara de modo que ella sintiera un poco de… ¿de que? ¿Venganza? No, no era vengarse lo que quería; querer vengarse implicaría sentir algo por esa persona aunque ese algo sólo fuese odio, y ella por el contrario no sentía nada hacia él, hacía mucho que había dejado de hacerlo, no cuando él la había olvidado, no cuando se alejó de ella dejándola sola, sola para sufrir, sola para ganar su poder con el fin de traerlo.

Sí, ella sólo lo había traído porque era su misión en la profecía, no por ella, nunca por ella.

“Nunca por ella”

Quizás si se lo  convirtiera en su mantra personal podría llegar a creerlo. Aquello era lo que más la enojaba, por más que se repitiera una y otra vez que ella no tenía nada que ver con el hecho de que él estuviese aquí, existía una cierta parte –una parte muy extraña y muy pero muy pequeña- que le impedía aceptarlo totalmente. Igual ahora mismo no era algo que le preocupara, no le quitaría el sueño, como ya se había dicho era una parte muyyy pequeña, y eso era lo que importaba.

Caminando rápidamente –no es que quisiera deshacerse de él, dejándolo atrás, no llegaría a ver el sol de la mañana si él se quedaba solo en Tahamir- no deseaba estar a un suspiro de distancia, no tan cerca de su cuerpo, no más de lo necesario. Sabía que para completar su misión debía enseñarle, lo cual implicaba manteársele pegada, pero ahora no estaban en el campo de entrenamiento así que no tenían por qué respirar el mismo aire.

Mientras entraban a la cueva principal; dónde ella había llevado a cabo el ritual prohibido que lo trajo; dirigió sus pasos hacia el la fuente de agua pura. Las rocas de esta cueva proveían al agua de un poder sanador, eran piedras sagradas para los habitantes de Tahamir y por eso las protegían con sus vidas. Hace cientos de años, algunos seres malvados enviados por el consejo, empezaron a rastrearlas y destruirlas, pero aun peor, las utilizaban para traer dolor, mataban la pureza de la piedra y la transformaban en un arma de muerte.

Necesitaban derrocar al consejo y sólo Aideen tenía el poder para hacerlo. Él aún no lo sabía, no podía enterarse del papel decisivo que jugaría en la guerra que se aproximaba, primero tenía que encontrar su poder y aprender a usarlo, y no lograría hacerlo si primero no se encontraba a sí mismo. Lo peligroso y que tenía a toda su familia preocupada a tal punto que estaban a punto de perder la poca fe que los mantenía luchando, era que nos les quedaba mucho tiempo, no el tiempo suficiente para que él encontrará su espíritu. Hacía muchos años que Aideen los había dejado, años en los que los olvidó, que la olvidó; Ahora era un chico cínico, irresponsable, su mente estaba cerrada y no aceptaría de buena gana su herencia, el patrimonio familiar que le había sido entregado antes de nacer. Tenían que aprovechar el poco tiempo que les quedaba. Sus amigos ya casi lo habían dado por todo por perdido; ella aún no, lucharía junto Aideen por que ella creía en que si él no encontraba a su espíritu, el espíritu lo encontraría a él. Ella tenía suficiente fe por todos. A ella ya no le importaba el Aideen hombre, eso no quería decir que no creyera y confiará en el Aideen guerrero… Aideen el “caminante de sueños”.

De regreso a la realidad de la cueva, se arrodilló ante el manantial que se formaba en el suelo rocoso; el agua azul transparente refleja el brillo de las piedras, el poder que ellas escondían. Sacó un frasco del bolso que colgaba de su hombro y lo lleno de agua, era un envase pequeño que llevaría la cantidad de agua suficiente por si les surgía una emergencia, aunque ella rogaba a Dios que no llegará a suceder. Si se veían en la penosa necesidad de hacer uso del agua, los rastreadores los encontraría, ya que cuando el agua de las rocas sagradas era utilizada esta actuaba como un faro de energía que los atraía. Correrían hacia ellos hambrientos del poder y al final la misma energía del agua los llevaría a su fuente.

Tenían que evitar eso a toda costa, aún a costa de sus vidas; menos la de Aideen, esa era la única que no se podía perder.

-¿Dónde está Cat? ¿y tu “amigo”? ¿Dónde está él? ¿Cómo puede dejarte sola?, yo podría atacarte, luego ir por Cat y escapar juntos.

Se había detenido justo detrás de ella, lo sabía antes de que preguntara. Ellos tenían una conexión extraña, eso era algo que no entendía; por lo general los psíquicos más fuertes son capaces de enlazarse a sus compañeros, pero ellos… ellos en primer lugar no eran compañeros, ni lo serían, eso nunca. Y segundo, el aún no tenía nada de poder.

Sin importar el motivo, allí estaba esa conexión, más fuerte que cualquiera que hubiese sentido en toda su vida,  fue por eso mismo que siempre supo donde estuvo él, sabía que la seguía con la mirada, que se acercó sigilosamente a ella para tratar de intimidarla, lo cual era imposible, él jamás lograría ponerle un dedo encima, era más fuerte que él y estaba entrenada en el arte de la lucha y manejo de armas. Peor para él, eso provocaría a Aki, y cuando Aki estaba de mal humor no había guerrero que no le temiera, ni los más fuertes del clan se atrevía a enfrentársele.

Desconocía el motivo, pero apenas despertó había visto molesto a Aki… es más, no creía que molesto fuera la palabra correcta, él estaba frustrado y ese era otro estado de humor en el que no era aconsejable acercársele.

-Si lanzas tus preguntas más lento podré contestarlas todas – le respondió tratando de darle a su voz un matiz despreocupado –No entiendo esa costumbre de ustedes los de la Tierra, como si preguntar de ese modo cambiara el resultado de las respuestas.

-¿Nosotros los de la Tierra? ¿Eres tan humana como yo? Solo existe un lugar en el que podemos estar…esa es la Tierra… Estás más loca que una cabra o estamos en un de esos set de películas de baja calidad que presentan por la tele en la madrugada.

Guardando nuevamente el frasco dentro de la maleta, Kiara se levanto y se dio  la vuelta quedando frente a él. Caminaba de un lado a otro sin dejar de mirarla. Sus ojos le tiraban dardos… jaa -Como si eso fuera a intimidarla.

-No seas más tonto de lo normal. Sí, soy humana. No, no estas en la Tierra. Y no otra vez, esta no es una mala película, lo que quiera que sea eso, aún no he tenido tiempo de ver una para investigar detalladamente lo que es.

-¿Qué? ¿NUNCA HAS VISTO UNA PELICULA? O  es que vives metida en la montaña sin acceso total a la electricidad o no te han dejado salir de tu casa en toda tu vida- Su rostro mostraba una mascara de total perplejidad –No puedo creer que no sepas lo que es una película. El cine existe desde el siglo pasado, pregúntale a alguien o lee un poco, yo que sé, no puedes ser tan ignorante que no lo sepas.

-¡Basta! –le gritó- este no es el momento indicado para explicarte porque no sé lo son las películas, o el cine o cualquier otra tontería de ustedes- no podía creer que en la situación en la que él se encontraba estuviera gastando el tiempo hablando de eso –Debemos ponernos en marcha, ya deberíamos de ir en camino a Ronkak.

Ronkak, era el lugar dónde su gente se escondía, el lugar más seguro para ellos, por el momento.

-Para responder a tus primeras preguntas primero te diré que ni siquiera intestes enfrentarte a mí, no si quieres mantener tus huesos juntos, además te aconsejo que no provoques a Aki, no está en su mejor momento. “Tu” Cat se encuentra bien, Aki jamás dañaría a una mujer indefensa, a menos que no lo provoque, es decir –vio como abría los ojos horrorizado ante esa ultima afirmación- ella no lo provocaría ¿cierto? – preguntó con falsa inocencia. Kiara no necesitaba su respuesta, conocía mejor que nadie a Cat. Tal vez Cat necesitaba de un tiempo a solas con Aki, esos dos se arrancarían los ojos con las uñas.

-No puedes dejarla con él –frenético se acercó a ella y apunto estuvo de agárrala.

Con un movimiento veloz, que Aideen no pudo siquiera captar, lo agarro de la muñeca y se la retorció hacia atrás.

-Te dije que no intentaras nada conmigo – ahora si estaba realmente enojada, ¿por qué no pudo demostrar la misma preocupación por ella? ¿Acaso jamás le importó?

Aplicándole un último apretón que le sirviera de recordatorio, lo soltó.

Con una mirada mordaz se alejó tres pasos de ella. Su mirada en ningún momento abandono sus ojos. Puede que no logrará lastimarla, en cambio usaría sus ojos como arma, la taladraría con su mirada, imaginándose que eran cuchillos que le borraban esa sonrisa petulante que tenía.

Aideen no era débil, sabía pelear, era fuerte; en cambio esta pequeña chica, frágil para cualquiera que la viera, fue capaz de detenerlo e imponerse ante él con un solo movimiento… Rayos, que patético que era, lo había vencido con una sola mano y una chica que es  lo peor de todo. Si Cat se llegaba a enterar de esto, tendría municiones contra él para toda una vida.

-¿Qué te retuvo tanto?

Aideen se giro para ver a quién se dirigía ella. El bárbaro estaba de vuelta y traía un bulto en sus brazos.

Cat… el bulto no era otra más que Cat.

-Suelta imbécil. Si le has hecho algo juro que te mataré.

Cuando trato de moverse una mano le sujeto la muñeca y volvió a retorcérsela hacia la espalda. Maldición, lo había vuelto a inmovilizar; a menos que se rompiera la muñeca no lograría deshacer la llave.

-¿Tan rápido olvidaste mi consejo?- le dijo ella al oído, su suave aliento acariciándole la piel sensible del cuello.

-No provoques a Aki- le recordó al soltarlo.

Masajeándose la muñeca, acepto que no había forma de enfrentarse a los dos, no si quería que él y Cat salieran ilesos.

-Entonces dile que me la de, no quiero que la toque.

Vio como la frente de ella se frunció y sus ojos se convirtieron en una piscina gris helada. Luego de unos segundos, su rostro regreso a su habitual indiferencia.

-Estás muy débil para cargarla –dijo mientras miraba como Aki sostenía a Cat con delicadeza… algo que asustaba más que ver la expresión adusta que tenía su cara.

Kiara lo amaba, Aki era el hermano que no tuvo y que siempre necesito. Y como lo amaba se preocupaba por él. Necesitaba a alguien que lo comprendiese, no que le tuviese lastima, alguien que lo quisiera, no que le temiera. Y no estaba segura de que le hiciera algún bien acercársele a Cat. Por la cara de Aideen confirmaba que lo mismo pensaba él. El chico no iba a permitir que la tocara más allá de ahora.

-No me importa. No quiero que él la cargue. Si Cat se despierta en sus brazos no será responsable de lo que ella haga- volvió a mirar fijamente a Kiara, buscando reafirma lo que diría a continuación –Cat es propensa a reaccionar antes de pensar, no quiero que la lastime.

-No lastimo mujeres, aunque las malas lenguas afirmen lo contrario –Aki camino hasta parase enfrente de Aideen –Y ya se como reacciona ella. Créeme, aunque sus puños no puedan tocarme tiene una lengua muy creativa, hasta algo un poco divertida.

-Hijo de… -apretando y cerrando los puños consiguió calmarse- espero que no hayas sido capaz de besarl…

-No –le respondió Aki dejando a un lado la sonrisa picara que no había pasado de sus labios, sus ojos no cambiaban de ese mortal azul, fría y despiadada.

¿Pero que le pasaba a esta gente? Se preguntó Aideen, ¿No tenía ese hombre otra mirada?, si la respuesta era no, entonces no creía que conquistase a alguna chica con esos ojos.

-No beso a las mujeres a la fuerza –continuó, aunque Aideen dudaba que alguna lo besara voluntariamente –y a esta no la besaría aunque me lo pidiese, es capaz de arrancarle la lengua a un hombre, a mi me gusta la mía donde la tengo.

-¿Qué le pasa a la chica, Aki?- le preguntó Kiara, su voz cambiaba al dirigirse al otro hombre –¿Se ha desmayado?

Aki desvió la mirada, si Aideen no hubiese visto como de feroz era el hombre diría que se había ruborizado.

-No, es sólo que estaba bastante histérica. Gritaba y maldecía con un vocabulario que no había escuchado antes- volvió a enfrentarles la mirada –me vi en la necesidad de callarla.

-Entiendo –levantando la mano evito que cualquiera de ellos comenzara a provocarse uno al otro. No tenía paciencia para hacer de niñera de dos hombres adultos que se estaban comportando como niños peleándose un juguete.

-Lo siento- dijo dirigiéndose a Aideen –No esta lastimada. Podemos dormir a una persona tocándole un punto específico en el cuerpo. La despertaremos cuando estemos en un territorio más seguro. Aki hizo lo correcto, yo misma lo habría hecho, no podemos atraer la atención a este lugar, sin duda sus gritos llamarían a las bestias de los rastreadores.

Mirando detenidamente a Cat, notó una molesta sensación en el pecho. Esa chica era ella, y ella era la chica. Entre más pronto le pudiese explicar a Aideen lo que estaba sucediendo, solo contarle lo esencial de su papel en Tahamir, pronto podrían ponerle fin a la oscuridad que estaba cubriendo su mundo.

-Los seguiré a dónde nos lleven –prometió. Como si tuviese opción, pensó Kiara, pero no lo diría en voz alta, mejor sería si él sentía que tenia una posibilidad – pero sólo si yo tengo a Cat.

Con un cansado suspiró, asintió en señal a Aki para que le entregase a la chica. Ella ya sabía que no podría con su peso, no porque él no tuviera la capacidad sino porque su cuerpo estaba aún recuperándose del viaje, aun tenía que acostumbrase a las diferencias que tenía Tahamir con la Tierra. Si él quería avergonzarse ella lo dejaría por que aún lo conocía a cierto nivel, el no cambiaría en ese aspecto por mucho años que hubieran pasado.

Siguiendo sus indicaciones, Aki acerco el cuerpo de la chica a los brazos de Aideen; depositándola lentamente y con suavidad.

No había soltado aun el peso completo en los brazos del otro hombre, cuando las rodillas le temblaron y empezaron a fallarle. Con rapidez Aki tomó nuevamente de vuelta todo el peso evitando así que Aideen terminara en el suelo.  

Sintiendo algo de pena por él, pudo ver como el rostro se le ponía tan rojo que parecía que no le llegase oxigeno al cerebro. Ella había sabido que eso sucedería, aun no tenia las suficientes fuerzas, él también lo había sabio; era tan terco como lo recordaba. Quitó la mirada antes de que llegase a avergonzarlo más, al fin al cabo era un hombre y a que hombre le gustaba avergonzarse, más uno tan orgulloso como ese.

Aki era un guerrero y como tal reconocía la fuerza y en el coraje en Aideen, era un guerrero reconociendo a otro. Fue más valiente que Kiara y le mantuvo la mirada sin perder el papel de hombre sanguinario y mortal que le hacía creer a todos. Ok, hay que aceptarlo, el hombre era sanguinario y mortal, pero también sabía ser tierno, sólo había que ser lo suficientemente valiente como para arriesgarse a encontrar esa parte que él se esmeraba por esconder.

-Aún no te has recuperado, hombre. No la voy a lastimar, no más de lo que ella soportaría –le dijo con una aterrorizante sonrisa- espera a que tus fuerzas regresen y te la daré.

Aceptando que Aki tenía razón y que por el momento Cat no estaba en peligro, no mientras él pudiese verla, se irguió totalmente. Se había avergonzado frente a sus captores, pero que lo azotaran se volvía a ocurrir, al menos no tan pronto. Cierto, se sentía bastante débil, para describirlo lo mejor –sentía sus músculos como la papilla que comía su abuelo. No podía permitir que ellos supieran cuanto, tenían que escapar.

No entendía de qué carajo hablaban, ¿Kirara? ¿Rankok? ¿Tahamir?, ¿que demonios eran todas esas cosas? No tenía la menor idea de quienes eran estos tipos. El hombre tenía la espalda marcada de horribles cicatrices, tenía cara de querer matar a alguien en los próximos minutos y pues la chica… la chica era una copia casi idéntica a Cat, eso era lo que más lo asustaba… ¿por qué era así? Vaya usted a saberlo. Lo que él si sabía era que para escapar de allí tenía que hacerles creer que todo iría como ellos creían. Sólo esperaba que Cat no demorara en despertar y que estuviese lo suficientemente fuerte para hacerlo.

Pronto… pronto él se recuperaría, apenas fuera así tomaría a Cat y se irían lo más lejos posible de esos locos. 

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